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“ÓSMOSIS” by Ariesnomu / Mu Saga 4 ever (verano 2007)
Capítulo 10 : El signo de fuego (Advertencias : NC-17)
(Continuación)
Se separaron y Mu volvió a bajar por el cuerpo de Saga, rozando el suyo contra la escultural figura, deslizándose sobre la suave piel del amplio pecho cual serpiente, ondulando sensualmente entre los poderosos pectorales y los espectaculares abdominales, mientras de camino, depositaba pequeños besos húmedos, arrancando continuos suspiros de placer por parte del geminiano, hasta que llegó a su objetivo, poniendo sus manos sobre las caderas y acariándolas suavemente.
Alzó una mirada risueña y traviesa hacia Saga que lo estaba mirando expectante, apoyado en sus codos y conteniendo la respiración en anticipación.
Con una calculada lentitud y sin despegar sus ojos de las profundas esmeraldas que le fijaban con evidente anhelo, Mu entreabrió su boca y la acercó a la base del miembro para depositar un tierno beso allí y tomarla pronto después entre sus labios, cerrando los ojos, empezando a chuparla con sensualidad, maravillándose por su textura y las intensas vibraciones que resonaban en su boca, escuchando los hondos suspiros que acompañaron inmediatamente sus acciones.
Liberó la base de la hombría de sus labios, sólo para acariciarla con su lengua, moviendo su cabeza para alcanzar toda su circunferencia, abrió los ojos e hipnotizado por la pulsante vena que vibraba con fuerza ante ellos, siguió el camino de esa vena con su lengua y sus labios, de abajo arriba, lamiendo y besando alternativamente con ternura en el proceso hasta llegar a la húmeda extremidad, oyendo durante ese viaje particular un largo sonido quejumbroso que sin embargo parecía expresar más bien una sensación de sumo placer que una queja.
Se alejó unos segundos de unos poquitos centímetros, sólo para admirar de nuevo ese miembro orgullosamente erguido y sin más, entreabrió sus labios para apretarlos cariñosamente sobre el goteante glande que lo estaba llamando a gritos, provocando inmediatamente un violente jadeo.
Empezó a chuparlo y mamarlo, aspirando y succionando con esmero, deleitándose por su sabor tan particular y por la extraña sensación de tenerlo en su boca.
Saga estaba jadeando entrecortadamente, muy hondo, y se aferraba con fuerza a las sábanas, y gritó cuando Mu encontró su punto sensible bajo el glande y lo lamió con fervor, repetidamente, regocijándose con la receptividad de su geminiano. Es que tenía toda intención de volverlo loco. Como Saga lo había hecho con él... Pero de forma diferente...
Mu inclinó la cabeza a un lado y dejó caer su larga cabellera de seda delante él sobre el torso de Saga, de modo que con cada movimiento que hiciera para honrar la virilidad de su amado, su pelo acariciara toda la superficie de su vientre hasta su pecho con suma suavidad, añadiendo una suprema sensualidad a las delicias que ya le regalara con su voluptuosa boca.
Y con eso, se sumió para degustar ese exquisito miembro, tomándolo por completo hasta su garganta, apretándolo con sus cálidos labios y su ágil lengua o contra su paladar, y retirándose pronto después, rozando levemente sus dientes contra la carne rígida e incandescente, aligerando en el proceso el peso de su melena que yacía en los abdominales de Saga.
La reacción no se hizo esperar, en forma de un intenso y largo grito que parecía venir de lo más profundo de la garganta del geminiano, seguido de hondos jadeos muy precipitados y entrecortados. Y sólo era el principio...
Mu repitió el movimiento de su boca una y otra vez, pero más despacio, más y más lentamente, girando su rostro a un lado y luego al otro, haciendo deslizar su pelo sobre la piel erizada del geminiano por todas partes en el proceso, saboreando las sensaciones que recibía él mismo al degustar y acariciar la virilidad tensa e hinchada de su querido geminiano, mientras las caderas de Saga se arqueaban desesperadamente para prolongar los contactos con su boca, en su calor tan acogedor, provocando en su movimiento que los sedosos mechones resbalaran aún más por su vientre en enloquecedores roces, arrancando nuevos gritos de placer.
¡ Dioses ! Es que Mu se revelaba asombroso y terriblemente eficaz en el arte de despertar los sentidos, exaltar el placer y hacerlo crecer de manera exponencial.
Saga ya no podía ver el rostro de Mu, sino, en su lugar, una cortina de seda con reflejos azulados proviniendo de las velas, pero sentía con intensa agudeza todas las acciones de su boca y cada uno de los movimientos de su melena que acariciaba deliciosamente todo su torso, intensificando su excitación y decuplicando todas las sensaciones que le asaltaban.
Mu siguió así por unos momentos, probando las capacidades de control del geminiano, que de hecho jadeaba más y más descontroladamente, emitiendo de vez en cuando auténticos rugidos, y súbitamente, Mu soltó su presa para dar toda su atención a dos bolsas tensas que parecían anhelar un poco de afecto, mientras deslizaba sus manos por los ahusados muslos.
Asegurándose de que su sedoso pelo rozara levemente la base de la palpitante virilidad en el proceso, sembró las bolsas de pequeños besos cariñosos, las acarició intensamente con sus labios y con su lengua, y al oír un grito casi desesperado, envolvió una en su boca, chupándola con delicadeza y sensualidad, muy muy despacio, provocando así continuos y crecientes gemidos de intenso placer, y luego, regaló su gemela con las mismas demostraciones afectuosas.
Entre los hilos de su cortina de seda malva, levantó la mirada hacia el rostro de Saga, quien había echado la cabeza hacia atrás y ya no parecía saber donde estaba, totalmente abandonado al sumo placer que le obsequiaba, moviendo su cabeza por todos lados, el cuello tendido, la boca entreabierta y los ojos cerrados con intensidad.
Satisfecho, sonrió y conteniendo su propia excitación, volvió al palpitante glande que cubrió de ardientes besos, húmedos lametones y suaves mordisqueos mientras con una mano, tomaba la erguida e hinchada virilidad y la acariciaba de abajo arriba, demorando en el punto tan sensible allí bajo el glande, presionándolo con cariño con su pulgar, una y otra vez. Quedando allí. Sin hacer nada más. Excepto por unos besitos y unas sensuales caricias a lo largo de la ahora muy tensa y aún más palpitante hombría. Hasta que oyó :
– Hhhhhh.......Hhhhh........Mu........Muuuuu...........Por.......favor.. – Saga rogaba entre sus dientes
Mu le respondió por telepatía :
– Paciencia, mi amor.........Recuerda, eso es tu castigo... – otros lametones incandescentes.
– Mu.......espera......mi veng....anza...aaahhh.... – jadeó Saga
Otros suaves mordisqueos del glande mientras sus dedos se apretaban alrededor del miembro.
– ¿ Eso sería una amenaza ?
– Nnnooo...........Eso.......es.........una..........prome........saaaaaaahh.....
– Entonces, espero que cumplas tu promesa... – dijo Mu con una sonrisa y por fín, teniendo lástima de su querido geminiano, volvió a su labor.
– ¡ A ése.....te.......esp...ero.....yo....!
Saga no pudo añadir más. Apoyado en sus codos, Mu había acogido de nuevo su tenso miembro en el embriagante calor de su boca mientras sus manos se habían deslizado bajo sus musculosos muslos, subiendo para acariciar sus nalgas con voluptuosidad, en amplios movimientos, mientras los mechones de seda seguían acariciando su vientre en enloquecedores roces.
Hirviendo por dentro cual corazón de un volcán, estimulado por debajo y por encima por esos satinados dedos y esas masajeantes palmas, por ese sedoso pelo, por esa boca de fuego, Saga se acercaba más y más a la gloria.
Mu aceleró las caricias de sus manos en los glúteos y de su lengua sobre el palpitante miembro, intensificó los movimientos de sus labios que rodeaban éste, tragó alrededor de su presa varias veces, hasta que finalmente, Saga no pudo aguantar más, y con un poderoso rugido seguido de un hondo gemido que venía de su pecho, gozó intensamente y largamente en su boca, con su cuerpo entero temblando violentamente sin parar. Mu recibió su néctar, saboreándolo por primera vez y le pareció precioso como si fuera la ambrosía que sólo los dioses comparten entre ellos.
Saga quasi perdió el conocimiento por la intensidad del éxtasis que lo sumergió, una intensidad prolongada por sensuales caricias y realzada por el hecho que Mu era el que le había dado esas increíbles sensaciones.
Estaba flotando en una dulce nube de voluptuosidad sin fin, aún sintiendo las últimas olas del intenso y poderoso éxtasis que le había asaltado como un maremoto. Cuando por fin emergió de esa deliciosa bruma, encontró un par de amatistas centelleantes que le miraban muy divertidas. Mu estaba tumbado a su lado, con los brazos cruzados sobre el pecho de Saga y la barbilla apoyada sobre sus manos, una sonrisa de satisfacción dibujada sobre sus labios.
– ¿ Te gustó ? – le preguntó con una mirada inocente.
– ...
Una respiración agitada fue la única respuesta que obtuvo.
Mu soltó una risita cristalina :
– Acaso ¿ el poderoso caballero de Géminis se encuentra sin palabras ?
Recuperando el aliento con dificuldad :
– Parece que...cierto caballero de oro de Aries...le ha derrotado... con sólo unos besos y caricias...
– ¿ De verdad ? Y yo creía que los Gemelos eran los más poderosos caballeros entre todos...
– ¿ Quieres que te demuestre el verdadero poder del caballero de Géminis ? – con falsa cara de amenaza.
Otra risita clara de Mu.
– Nada me encantaría más, amor mío, pero no ahora porque si recuerdo bien... a mí me toca demostrarte el poder del signo de fuego... ¿ No ? – añadió sensualmente.
– Sí, pero no creas que te lo llevarás al paraíso !
Mu se acercó a su rostro y le susurró con una mirada llena de ternura :
– Yo creo que nos iremos...juntos...al paraíso...
Lo besó profundamente, lo abrazó y empezó a preparar a Saga por telekinesis, utilizando su poder y su dulce cosmoenergía para dilatarlo y relajarlo, mientras lo acariciaba con ternura y rozaba su propio cuerpo contra el suyo con lascivia, haciendo encontrar su endurecida entrepierna con la del geminiano para renovar el fuego y la excitación de éste.
A su vez, Saga lo rodeó con sus brazos, enredando sus manos en su sedosa melena, gimiendo de placer en su boca al sentir la extraña preparación dentro su intimidad que resultaba muy dulce y sin ninguna incomodidad, maravillándose de nuevo ante esa inesperada utilización de los poderes mentales de Mu y de su delicadeza.
Pronto, Saga se separó de él para asentir con la cabeza, mirándolo a los ojos con intensidad, y Mu empezó a adentrarse en la invitadora entrada que parecía palpitar por su llegada.
La sensación era increíble, nunca hubiera imaginado que estar envuelto por un cálido cuerpo pudiera ser tan exquisito, tan embriagante, tan glorioso. Hasta la locura.
Tuvo que contener la urgencia que sentía de adelantarse sin parar. En su lugar, avanzó muy despacio entre regulares pausas para dejar a Saga acostumbrarse a su intrusión, entre leves jadeos, hundiendo su rostro en su cuello.
Cuando por fin se encontró totalmente hundido en su cuerpo, Mu se detuvo y alzó la cabeza, buscando la mirada de Saga con ojos maravillados, cargados de una embriaguez mezclada de un intenso placer que quería compartir con él.
En ese preciso momento, contemplándolo a los ojos con una tierna expresión, Saga dejó caer sus barreras mentales, exponiendo su alma y sus más íntimos pensamientos a Mu por segunda vez, que comprendió que nunca antes Saga había dejado a nadie amarlo así. Mu casi perdió su concentración por la emoción de esa tácita confesión, y a su vez, abajó sus barreras una tras otra.
No fue necesario hablar.
Palabras de amor fluyeron en sus mentes en interminables torbellinos y se mezclaron en un eco que resonó sin fin.
Saga lo estaba fijando con infinita ternura, un amor inmenso e intenso grabado en su magnífico rostro que nunca había lucido tan bello. Sereno, relajado, embriagado y totalmente abandonado al placer y al amor que sentía por aquel hermoso ángel. Un ángel puro a quién quería pertenecer con todo su corazón, con toda su alma, con todo su ser.
Profundamente conmovido, Mu tomó su rostro entre sus manos y se inclinó hacia él, acercando sus labios entreabiertos a los suyos. Se encontraron con una suavidad y una delicadeza sin par, en un blando contacto, como el rocío de la mañana se deposita en los delicados pétalos de las flores, y ambos chuparon mutuamente sus labios con suma dulzura, sin prisas, moviendo su cabeza de un lado al otro para degustarse mejor.
Quedaron así hasta que Saga movió sus caderas, indicando que estaba listo.
Siguieron besándose, profundizando el contacto con las lenguas que entraron de nuevo en acción, acariciando mutuamente su pelo o su cuello a manos llenas, mientras Mu empezaba a mover en lentos y amplios movimientos, guíado por sus instintos, descubriendo el indescriptible placer de estar estimulado dentro del cuerpo de su amado, hirviendo en su calor, en su estrechez, en su fuego, y buscando la forma de devolvérselo, haciendo crecer el placer despacio pero seguramente para ambos.
Después de unos momentos, Saga levantó sus largas piernas por completo para colocarlas en los hombros de Mu, abriéndose totalmente, ofreciéndose enteramente, profundizando aún más la intromisión, haciendo que su prostata fuera golpeada con cada embestida y que sus músculos se apretaran aún más fuertemente alrededor de su visitante, intensificando el sumo placer de ambos y provocando hondos gemidos por parte de los dos.
Las bocas se separaron, dos miradas de fuego se clavaron, cargadas de un desencadenado deseo destellando en sus bailarinas llamas, reflejando su mutuo amor y confianza y su reciproco abandono total, y los movimientos se hicieron más poderosos, más rápidos, más profundos, más intensos, el sudor perlando sobre ambos cuerpos en reflejos azulados, con las vacilantes luces de las velas jugando sobre sus salientes músculos y su piel satinada, mientras ambos jadeaban y gemían más y más fuerte, anhelando el éxtasis que llegaría como la liberación que les llevaría juntos hacia el séptimo cielo, abrazados por el cuello o por la espalda, unidos y fundidos en un solo ser, perteneciendo cada uno al otro.
Sus bocas se encontraron nuevamente y se devoraron con hambre, impetuosamente, en todos los ángulos posibles, mientras seguían su danza sensual y apasionada, fogosa y ardiente, acariciándose y estrechándose con fuerza, hasta que ambas siluetas se tensaron al mismo tiempo, arqueándose, suspendidas en el aire, culminando en esa fusión total de los cuerpos y de las almas, en ese deslumbramiento sin igual, y cayeron en desenfrenados sobresaltos mientras gritaban su amor sin parar, sumergidos por una gloria intensa y prolongada, unidos en el éxtasis y rendidos a la más grandiosa plenitud posible, antes de calmarse por fin, jadeantes y bañados en sudor, extenuados pero llenos de ese bienestar indescriptible y potente, que aviva y sublima todos los sentidos en sumo grado y les deja en ese estado de felicidad sin igual.
Quedaron abrazados por un momento, recuperando su aliento y sus fuerzas, y desenmarañaron sus brazos y sus piernas. Mu se dejó resbalar sobre el pecho de Saga, hundiendo su rostro en su cuello, cubriendo su corazón con una mano, agotado, saboreando las últimas olas de placer que aún sentía recorrer todo su cuerpo, escuchando el corazón de Saga latir con fuerza contra su pecho, oyendo sus respiraciones volver lentamente a la normalidad.
Por fin, levantó su cabeza para mirar a Saga a los ojos, una expresión de sumo agradecimiento grabada en su propio rostro, inmensamente conmovido por el maravilloso regalo que el geminiano le había obsequiado. No encontraba las palabras para expresar lo que sentía, sólo podía mandar olas y olas de amor hacia la mente de su amado.
– Te amo, Mu – Saga murmuró, mientras lo abrazaba con fuerza – Te amo tanto, tanto, mi amor...
– Yo también, te amo, Saga. Tanto, tanto... – respondió en un susurro.
Se abrazaron con más y más fuerza, mimándose mutuamente con cariño, y volvieron a besarse, tiernamente, lentamente, y pronto con más y más intensidad y más fogosidad, hasta que Saga hizo rodar a ambos, poniéndo a Mu boca arriba bajo su cuerpo y entre sus brazos, y con una carnívora sonrisa, le anunció con falso tono amenazador :
– Ahora me toca volverte loco... – antes de añadir con voz muy ronca – Y quiero hacerte gritar de placer... Por toda la noche...
– No esperaba nada menos – fue la respuesta, con ojos brillantes y cargados de un deseo intenso y ardiente, una sonrisa seductora en sus carnosos labios, que ya se tendían hacia los suyos.
Así que la noche se prolongó. Donde Saga cumplió su promesa y tuvo su desquite entre risas cristalinas y poderosos gritos de placer.
Una larga noche de intensa pasión, llena de ternura y amor, entre ardientes besos, intensas caricias, entregas completas de los cuerpos y de las almas, en una ósmosis perfecta y total, donde el éxtasis y la plenitud alcanzaron nuevas cumbres.
***
Gracias por leer. Espero que les haya gustado.
Continuación con el último capítulo ''Nuevas cumbres (tres meses después)'', aquí, una escapadita de los niños en las montañas del Himalaya. (NC-17) ;D
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