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“ÓSMOSIS” by Ariesnomu / Mu Saga 4 ever (verano 2007) Capítulo 2 : Recuerdos (Continuación) Parte 2 / 2 : El primer entrenamiento POV Saga : Divertido, Saga recordó el primer día de entrenamiento de todos los aprendices bajo su supervisión desde la llegada de Mu... – – – – – – – – – – – – – – – – – FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – – – – – Shaka y Mu se estaban entrenando juntos. Esos dos parecían tan frágiles con sus finas siluetas y sus rostros tan delicados, y sus entrenamientos estaban más centrados en los poderes psíquicos que en la cruda fuerza brutal física. Al verlos así, el caballero de Cáncer sin nombre no pudo resistir, se acercó a Shaka y a Mu, y mirándolos con desdén, con los brazos cruzados y sacando el pecho, exclamó : – ¡ Ja ja ja ja ! ¡ Qué buena pareja hacen esos dos ! Parecen a dos insectos, tan fuerte el uno como el otro... ¡ Ni podrían hacer daño ni a una mosca ! ¡ Sería un milagro si no se vuelan con la primera corriente de aire ! Pero al menos, uno puede ser útil al reparar las armaduras... Shaka no dijo nada, siguiendo con sus ojos cerrados, impasible, prefiriendo ignorar altivamente al desagradable italiano, acostumbrado al humor burlón del cangrejo, pero Mu levantó su mirada malva hacia él y replicó con calma, con su voz suave : – La fuerza física no es la única cosa que cuenta para un caballero, a veces puede no ser suficiente. Nosotros dos tenemos poderes mentales, pueden ser aún más eficaces que la simple fuerza de los músculos. Puedo demostrártelo si quieres... – ¿ Así ? Poderes mentales... ¡ Qué bien ! ¿ Más eficaz que la fuerza, eh ? Quisiera verlo – dijo con tono sarcástico, y con eso, se adelantó hacia Mu casi amenazantemente. Saga iba a intervenir pero Ayolos lo detuvo. Mu no se desconcertó y dijo con calma : – Pues, se pueden hacer cosas así … Apenas se concentró, mirando al cangrejo burlón, y súbitamente, la expresión de éste cambió mientras abrió los ojos como platos. Ya no podía adelantarse ni mover sus brazos ni nada, su cuerpo entero estaba paralizado por una fuerza invisible de la que no podía liberarse. – ¿ Ya ves ? Ya no te puedes mover, tu fuerza no te sirve de nada. Mi poder mental me permite detener todas tus funciones corporales. Además, yo puedo hacer lo que quiero de tu cuerpo... Y con eso, el caballero de Cáncer empezó a elevarse en el aire, bajo la mirada atónita de todos. – Puedo hacer lo que quiero de mi cuerpo también... Y Mu desapareció, para reaparecer casi inmediatamente detrás del cangrejo, a quien dejó bajar después dulcemente al suelo. – También puedo manipular objetos por telekinesis para golpear a alguien desde cualquier ángulo de ataque... pero sólo suelo entrenarme contra rocas. Y con eso, dos enormes rocas aparecieron de la nada y se chocaron la una contra la otra con una brutalidad y una violencia inaudita, que contrastaba totalmente con la frágil y calma apariencia del lemuriano. Recuperándose de su inesperado bautismo de aire, el caballero de Cáncer lo fijaba furioso, sus ojos lanzaban chispas hacia el aprendiz de Aries. El insecto del que se había burlado acababa de humillarle a él, un caballero dorado, ante todos. Pero debía admitir que por una parte, ese extraño niño le había privado de su fuerza sin siquiera tocarlo y sin que él mismo hubiera podido hacer nada, y por otra parte, obviamente, sus poderes mentales le permitían alcanzar una fuerza impresionante. Especialmente para un niño de sólo siete años... Así que finalmente, gruñó, de mala gana : – No está nada mal para una pequeña muñeca de porcelana como tú. Quizás logres hacer algo contra un enemigo... Pero ni se te ocurra hacer eso de nuevo conmigo, si no quieres que te demuestre mis habilidades. Yo también tengo ataques imparables... – Resulta que la muñeca de porcelana es un aprendiz caballero de oro y si por ahora no soy tan grande ni tan fuerte como tú que ya eres un caballero de oro, eso no te da el derecho de insultarme ni de amenazarme, se supone que seremos hermanos de armas – dijo Mu con su voz suave y tranquila, antes de añadir, con su cara inocente – Además, como ya has remarcado, estoy encargado de reparar las armaduras, así que si no quieres que convierta la tuya en una triturada lata de conservas, no te vendría mal mostrarme un poco de respeto... Todos miraron al joven lemuriano con sorpresa, estupefactos, atónitos por su larga perorata que nunca hubieran esperado de él. ¡ Parecía tan tranquilo, tan dulce y reservado ! Sorprendido por la reacción del insecto, el cangrejo le miró de arriba abajo, y finalmente soltó, con una sonrisa a la vez cínica y apreciadora : – Me gustas, pequeño, tienes más agallas de lo que parece…. Mientras intercambiando una mirada de complicidad, Saga y Ayolos no pudieron reprimir una sonrisa divertida. Es que a pesar de su dulzura y de sus tranquilas maneras, el joven y apacible lemuriano de frágil apariencia no se dejaba hacer y sabía defenderse. Tenía unos argumentos con sus extrañas habilidades que parecían muy prometedoras. No por nada era el discípulo del Patriarca en persona. Sin mencionar lo de las armaduras... – – – – – – – – – – – – FIN DEL FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – Nota : Quisiera dar las gracias a Elana quien fue primera en tener la idea de Mu demostrando sus poderes mentales al cangrejo, en su magnífico fic francés ''Ephémère'' (centrado en Mu/Myu), que se puede leer aquí (cap 1 à 7) o aquí (cap 1 a 11), y que muy amablemente me dio el permiso de utilizar su idea para mi fic, aunque la presente un poco diferentemente :) *** POV Saga : Por lo que Saga recordó también cuando el niño le había traido su armadura de oro después de haberla revisado... – – – – – – – – – – – – – – – FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – – – – Shion había ordenado que todas las armaduras de oro fueran llevadas a Mu para que éste se acostumbrase a ellas y se entrenase en repararlas, aunque se tratase de las más ínfimas fisuras. Cuando le había traído la suya aquella tarde, le había encontrado en el taller del templo de Aries. Ya estaba ocupado estudiando la armadura de Sagitario, muy concentrado sobre las diferentes piezas de ésta que yacían en la mesa. Mu llevaba sus manos levantadas en forma de un círculo, desplazándolas por encima de los esparcidos elementos, y parecía escrutarlas a través de ese círculo, con mucho cuidado. Se estaba demorando sobre una canillera, frunciendo lo que hubiera sido su ceño, y había examinado la otra canillera con el mismo esmero. Saga lo había estado observando con curiosidad, reduciendo su cosmoenergía para no interrumpir al niño en plena concentración, hasta que Mu se percatara de su presencia y se girara hacia él. – Buenas tardes, Mu – le había dicho con una sonrisa – Te traigo mi armadura como el Patriarca lo ha ordenado. – Buenas tardes, caballero de Géminis. Muchas gracias - le había contestado inclinándose respetuosamente, un leve rubor colorando sus mejillas. Saga veía muy bien que le estaba impresionando, como a todos los aprendices. – ¿ Has encontrado algo en la armadura de Ayolos ? – le había preguntado con curiosidad. – Sí, hay unas micro-fisuras en sus canilleras – le había explicado. – ¿ Micro-fisuras ? – habia repetido, muy sorprendido, acercándose – ¿ Dónde ? ¡ Yo no veo nada ! – Es porque no es un lemuriano, no puede percibirlas. Pero, yo sí – habia contestado con su voz suave y tranquila. Había contemplado al joven lemuriano con asombro, con su mirada penetrante, por lo que el niño se había inmediatamente sonrojado, y Saga no había podido evitar sonreir. Se veía realmente adorable. – Pareces muy hábil, especialmente para ser alguien tan joven – había añadido sinceramente. Y al decir eso, le había parecido que estrellas estaban bailando en esos inmensos ojos violetas. Con eso, le había dejado para subir hasta la biblioteca del Santuario donde tenía que hacer unas investigaciones acerca del Templo submarino de Poseidón, a petición del Patriarca. Ahora, Saga volvía de la biblioteca y estaba a punto de entrar en su templo, cuando una extraña visión le llamó atención y se detuvo en la entrada del templo de Géminis, abriendo los ojos con sorpresa. La urna conteniendo su armadura de oro estaba flotando en el aire en las escaleras, acercándose lentamente pero seguramente hacia él, al mismo tiempo que percibía la suave cosmoenergía del aprendiz de Aries aproximarse. Curioso, se adelantó hacia las escaleras, mirando abajo... Y lo vio. Aquí estaba, subiendo las escaleras tranquilo con su paso grácil y ligero, su larga cabellera malva ondulando con gracia en el viento, con la urna de Géminis siguiéndole fielmente como un pequeño perro, salvo que en lugar de estar caminando detrás de él, estaba flotando muy alto en el aire a su lado, mientras la urna de Sagitario estaba flotando del mismo modo detrás del niño. Con su apariencia tan extraña, casi exótica por la ausencia de cejas y esos dos puntitos que llevaba en su lugar, realzados por el color inusual de su cabello y de sus inmensos ojos, y con esa leve sonrisa en su dulce rostro de porcelana, lucía verdaderamente adorable, y Saga no pudo reprimir una tierna sonrisa ante tal etérea vista, que parecía casi irreal y que lo había enternecido. El niño llegó a su nivel, se acercó un poco y se paró a unos metros de él, mientras la urna de Géminis se colocó con suavidad a los pies de Saga, la de Sagitario parándose en el aire detrás del lemuriano. – Buenas tardes, caballero de Géminis – le dijo Mu con su voz tan suave y melodiosa, haciendo una respetuosa reverencia – Le traigo su armadura de oro, he terminado revisarla. Espero que esté satisfecho de mi trabajo – añadió, levantando su mirada malva, llena de esperanza por el veredicto que su ídolo iba a darle. – Buenas tardes, Mu – le contestó Saga cariñosamente – Muchas gracias por haber sido tan rápido. Llamó su armadura, la urna se abrió de inmediato y todas las piezas surgieron y fueron a recubrirlo una por una. Su armadura estaba resplandeciente, brillaba y centelleaba como nunca antes, y vibraba como si estuviera llena de una vida nueva y palpitante. Saga estaba estupefacto, contemplaba boquiabierto cada parte de su armadura como si la estuviera descubriendo por primera vez, maravillado, deslumbrado. Luego giró su mirada hacia Mu, quien ahora le miraba como si fuera una aparición divina. Era la primera vez que lo veía vestido con su armadura de oro y si ya antes le veía como a un dios vivo, pues, ahora... parecía haber encontrado la iluminación. Al mismo tiempo, parecía estar en el paraíso viendo al geminiano tan encantado de su trabajo ya que manifiestamente, Saga estaba muy impresionado por el resultado, y esto llenaba a Mu de orgullo. – Excelente trabajo, joven aprendiz de Aries – Saga le dijo por fin, con cariño, regalándole con una calurosa sonrisa – De verdad, estoy muy impresionado por tu habilidad. Por lo que Mu le respondió con una sonrisa luminosa y esta vez, no sólo fueron unas estrellas que bailaban en sus hermosos ojos violetas, sino galaxias enteras que desfilaban unas tras otras. – – – – – – – – – – – – – FIN DEL FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – – – – – POV Mu : En el taller del templo de Aries : Mu siempre se había preguntado por qué nunca Saga había tratado de matarlo o de hacerlo volver por fuerza al Santuario cuando aún era un niño o un muchacho. Le había mandado mensajeros y misivas ordenándole que regresara, pero, nunca, nunca le había mandado asesinos o algunos hermanos de armas capaz de llevarlo por fuerza. Máscara Mortal y / o Shura, por ejemplo... Eran mayores de edad que él mismo y la fuerza brutal eran sus características. Aunque Mu hubiera demostrado que podía superar la simple fuerza física gracias a sus poderes psíquicos. Máscara Mortal lo había experimentado durante su primer entrenamiento... Pues, ni Saga mismo había tratado de venir en persona para forzar a Mu a regresar al Santuario o para eliminarlo. Sin embargo, hubiera sido tan fácil para Saga. A pesar de sus habilidades y de sus poderes, Mu era sólo un niño sin experiencia, no hubiera podido resistir a la colosal fuerza de Saga, que se encontraba decuplicada por su sanguinaria locura, sin hablar de sus poderes psíquicos también, especialmente de su ilusión diabólica... ¿ Acaso le tenía un poco de cariño ? ¿ Acaso quedaba una sana parte de bondad en su torturado espíritu ? Siempre había creido en Saga. Cuando había comprendido que el geminiano era el impostor y asesino de su anciano maestro Shion, había percibido que de hecho, Saga sufría de doble personalidad, siendo la víctima de su propia armadura de oro, esa armadura cuyo casco lleva dos caras, una buena y una mala... Tanto había esperado que Saga hubiera vuelto a ser el noble y gran caballero que tanto había admirado, justo, bondadoso y generoso, que todo el mundo veneraba como a un dios. Al regresar al Santuario para ayudar a los caballeros de bronce, había esperado que después de la batalla de las doce casas, Saga hubiera podido desembarazarse de una vez por todas de esa dualidad que le destruía poco a poco por dentro. Por eso, había estado dispuesto a dar todo lo que tenía para ayudarle. Quizás con sus poderes psíquicos sin igual, con sus habilidades mentales, junto a los de Shaka, hubiera podido ayudar a Saga a superar ese lado oscuro de su personalidad que le mataba poco a poco. Por su parte, ya le había perdonado todo desde hacía muchos años, consciente que el geminiano no era responsable de sus actos, sino la víctima también de esos, del mismo modo que los infortunados seres que por desgracia se habían encontrado en su camino. Había percibido el terrible sufrimiento que le torturaba. Saga sufría atrozmente al ver el sumo daño que hacía alrededor de él a cada minuto y al no poder impedirlo, al no poder rechazar esa malévola voz en su cabeza que le volvía loco, y sobre todo al haber violado todos sus votos hacia la diosa misma por la que hubiera dado su vida. Era un verdadero calvario que le devoraba vivo.Tanto había esperado poder ayudar a Saga a encontrar la paz, para por fin vivir por sí mismo y no con esa insoportable dualidad que destrozaba su alma. Pero Saga había elegido otra salida... Había juzgado que ya no merecía vivir, que ni siquiera la muerte pudiera ser suficiente para borrar los horrores que había perpetrado y ser perdonado, temía nunca poder librarse de ese lado oscuro de su personalidad y había preferido darse muerte. Para nunca más dañar a nadie. Y ahora que los dioses le habían otorgado una nueva vida, en lugar de aprovecharla, sólo se encerraba en sí mismo, incapaz de perdonarse, incapaz de dejar el pasado atrás y de ir adelante, avergonzado de no haber sido suficientemente fuerte para superar sus debilidades. Que daría él para verlo sonreír de nuevo, para ver al antiguo majestuoso caballero lucir y centellear y chispear como solía hacerlo naturalmente tantos años atrás, lleno de alegría y de vida, irradiando la suavidad y la bondad... Sí, quizás con eso, lograra ayudarle a aliviar su conciencia y a ver de nuevo la luz de la esperanza. Tomó una pieza de la armadura entre sus manos, la inspeccionó detenidamente, y agarró sus herramientas. Sí, podía hacer algo. E iba a hacerlo. *** POV Saga : Saga recordó la primera vez que volvió a verlo vestido con su armadura de oro convertido en todo un hombre, cuando Mu regresó al Santuario para ayudar a los caballeros de bronce y a Atenea en la batalla de las doce casas... Mu era el único caballero de oro que no había visto crecer y madurar. En su memoria, sólo había quedado un niño adorable con cara dulce e inocente de siete años... Trece años antes... Cuando había visto a los sobrevivientes caballeros de oro llegar ante él detrás de Atenea, de inmediato Mu había llamado su atención. Sí que el niño habia crecido y ahora se veía impresionante, resplandeciente, alto, majestuoso, imponente, de fuerza tranquila y segura, con el paso sereno y decidido, su armadura luciendo como él. Y la expresión en su rostro... Había leido el más profundo odio en el severo rostro de Aioria, cuyos ojos lanzaban chispas de muerte, ansiosos por ver al monstruo que Saga era ser castigado por haber hecho asesinar a su querido hermano y haberlo tratado como un traidor durante esos trece años. Había leido la ira y el resentimiento en la inconsolable cara de Milo que lloraba la pérdida de Camus, la estupefacción y la amargura en la de Shaka que aún se preguntaba como él mismo, el hombre más cercano a Dios, había podido quedar engañado durante trece largos años por un demonio, y había leido la sorpresa, incomprensión y el anhelo de saber el porqué de tal desastro en el rostro de Aldebarán. Pero en el rostro de Mu... Por supuesto, había leido la serenidad y la satisfacción de uno que vuelve para revelar por fin la verdad y desenmascarar a un impostor, después de trece largos años durante los que el joven lemuriano había vivido alejado como un renegado y un traidor. Pero nunca, nunca había visto ningún rastro de triunfalismo ni un solo signo de júbilo vengador, ni la más mínima chispa de odio, ni el menor signo de rencor, ni una muestra de desprecio hacia él por todos los sufrimientos que le había infligido, sin hablar de todos los otros abyectos crimenes sin nombre que había perpetrado, directamente o indirectamente. Todo lo contrario. En esos profundos ojos violetas, había leido el perdón sincero de uno que había perdido el ser más cercano al padre que nunca había tenido, y había visto una profunda tristeza e inmensa compasión por el que había sido su ídolo cuando era un niño y que había admirado como si fuera un dios. No había sido piedad. Sino pena y compasión. Y sobre todo, había visto... un rayo de esperanza en esa pura mirada malva. Una esperanza inmensa dirigida hacia él, el asqueroso demonio en que se había convertido. La esperanza que la maldad que llenaba su corazón se fuera de una buena vez por todas, para que el antiguo noble y gran caballero que había sido, puro y justo, amado y admirado por todos como un dios vivo, volviera a ser. En esas amatistas puras, había leido que Mu no había venido para lavar su honor ni para demostrar que había tenido razón de oponerse a él y a todos los que le habían ciegamente seguido durante esos trece años, sino por fe en lo que creía... Por su fe y su indefectible lealtad hacia Atenea, y por su fe en él, en Saga. Aún tenía fe en él, a pesar de todo... Las palabras que Mu había pronunciado hacia Atenea esa noche aun resonaban en su mente... ''Posiblemente, Saga haya sufrido más que nadie a lo largo de esta batalla tan cruel y dolorosa, inmerso en su lucha personal entre el bien y el mal. Cuando prevalecía el bien, tenía aspecto de dios''... ''Más que nadie''... Mu había entendido su sufrimiento, su calvario, ese continuo suplicio que le había destrozado por dentro durante esos trece años de desgracia y por eso, no le tenía ni rencor ni odio, a pesar de todo el dolor que le habia infligido, y hasta esperaba que volviera a ser el puro y bondadoso semi-dios que entonces había sido. Con el perdón que Atenea le había otorgado justo antes de que él muriese, esas palabras habían sido como un bálsamo sobre las abiertas heridas de su corazón y de su alma, y fueron lo que le había permitido encontrar un poco de paz antes de rendirse deliberadamente a la muerte. Sí, esas sinceras palabras del lemuriano y su intensa mirada llena de esperanza habían aliviado su alma del peso que la lastraba. Y sin siquiera que se diera cuenta, esos recuerdos le habían distendido, le habían nuevamente apaciguado y por primera vez desde que había regresado a la vida, sintió un poco de serenidad envolverlo. Cerró los ojos, y respiró hondo. Se sentía flotar en una nube de bienestar e imperceptiblemente, se dejó caer en la dulce inconsciencia acogedora del sueño... Un sueño que por primera vez desde su regreso, le dio el descanso reparador que había estado buscando desesperadamente por días y noches, sin el más mínimo éxito... Un sueño donde unos profundos ojos violetas le sonreían amistosamente, con una dulce y tierna sonrisa que le invitaba al sosiego y a una reconfortante quietud, curando y cicatrizando las heridas de su alma destrozada... *** Gracias por leer. Espero que les haya gustado. Continuación con el capítulo ''Revelaciones'' aquí. Dejar un comentario :
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