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“ÓSMOSIS” by Ariesnomu / Mu Saga 4 ever (verano 2007) Capítulo 4 : Nuevas y antiguas emociones (Continuación) En la primera casa del Santuario, Mu tampoco lograba dormir. En la calma y la soledad de la noche, él tampoco dejaba de pensar en lo acontecido durante el entrenamiento... Haber envuelto a Saga en su cosmoenergía aquella mañana para impedir que cayera sobre él mismo y Máscara Mortal le había turbado como nunca, aunque no lo había mostrado, gracias a su legendaria calma y auto-control, así como la necesidad de curar a Máscara Mortal. Pero había sido como estrecharle en sus brazos. Aún podía sentir el dulce calor del geminiano y la firmeza de su cuerpo. Lo había sujetado con sus brazos y sobre su hombro para llevarle ante Atenea durante la guerra contra Hades, pero entonces, Saga estaba vestido con un sapuri y él mismo con su armadura de oro, que obstaculizaban todo contacto entre sus cuerpos. Mientras que aquella mañana, ambos sólo llevaban ropa de entrenamiento y aunque no se hubieran tocado en absoluto en ningún momento, había podido sentir a través de su cosmoenergía la dulce cálidez y todas las vibraciones de ese largo y musculoso cuerpo, mientras se habían mirado a los ojos. La emoción que ese contacto había provocado le recordó otra emoción. Un trastorno despierto durante cierta noche en la que nunca hubiera esperado tal acontecimiento. Se dejó llevar y recordó ese día en que había descubierto que Saga seguía con vida y había usurpado el papel de Patriarca... – – – – – – – – – – – – – – – – – FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – – – – – Tenía 15 años, entonces. Había esperado ser suficientemente fuerte y capaz de esconder su cosmoenergía de sus compañeros de oro y sobre todo del poderoso y malvado ser que había usurpado el papel de Gran Patriarca del Santuario. Había huido en la noche misma en la que su antiguo maestro Shion había sido asesinado. Aquella funesta noche, había despertado violentamente en plena noche, espantado, con un intenso dolor de cabeza, bañado en sudor, como si hubiera tenido una horrible pesadilla que ni siquiera recordaba. Pero había inmediatamente notado que el lazo telepático que le ataba a su maestro había desaparecido, con una brutalidad inaudita mientras el eco de un tremendo alarido de dolor resonaba en su mente, seguido por una espantosa risa malvada. Rápidamente seguido por el silencio total. Y por el vacío. Un vacío absoluto. Un terrible vacío que había reemplazado su lazo telepático con su maestro, y que auguraba lo peor. Había desesperadamente tratado de localizar a su maestro por telepatía, había extendido sus poderes psíquicos hasta sus límites, y fue entonces cuando había recibido el último mensaje de su agonizante maestro, ordenándole en nombre de Atenea que huyera inmediatamente para refugiarse al lado de su viejo amigo, el viejo maestro, en China. Primero, lo había negado todo, incrédulo, abatido y desamparado. Pero cuando había comprendido que su maestro estaba muerto, había querido tratar de reunirse con él, verlo y recoger su cuerpo. Pero no había podido teletransportarse al menos en la recámara del Patriarca a causa del cosmos de Atenea que le impedía teletransportarse de un templo al otro, y algo le decía que era demasiado peligroso ir allí por las escaleras, aunque fuera a la velocidad de la luz e invisible a los ojos humanos, como podía hacerlo gracias a sus poderes psíquicos que le escondían y le permitían lanzar ilusiones. También, había querido advertir a sus compañeros pero su sexto sentido le gritaba que no lo hiciera, que todos eran demasiado jóvenes para luchar contra el ser malvado que acababa de matar a su maestro, y finalmente, había precipitadamente recogido unas cosas personales, sus herramientas celestes y su armadura, y había huido hacia la salida del Santuario para teletransportarse después directamente a Jamir, y desde allí, había caminado hasta el monte de los cinco picos para encontrar al viejo maestro. Pero justo antes de marcharse, había visto a un Ayolos todo ensangrentado atravesar su templo a la velocidad de la luz, con algo escondido entre sus brazos y con la urna de Sagitario en su espalda, perseguido poco después por Shura y luego por casi un ejército de guardias. Ahora, dominaba suficientemente todos sus poderes de psicokinesis para desaparecer físicamente a los ojos de los otros y lanzar poderosas ilusiones, aun a potentes caballeros de oro, y además, su fuerza había crecido, pensaba ser capaz de enfrentarse si fuera necesario al ser que había suplantado la personalidad de su maestro, y de todas formas, si algo andaba mal, siempre podría teletransportarse para escaparse. Había regresado por la noche. Se había teletransportado desde Jamir a su templo, invisible, para tantear el terreno, y como todo parecía muy quieto, desde allí directamente a la tercera casa. Primero, eso le confirmó que Atenea no se encontraba en el Santuario, o sino, su divina cosmoenergía le hubiera impedido teletransportarse de un templo al otro. Segundo, esperaba encontrar indicios sobre Saga... Nunca había aceptado que el joven geminiano pudiera haber desaparecido, quedaba la esperanza de encontrarle de nuevo y después, de aliarse con él. Estaba listo y determinado a afrontar todos los peligros para volver a encontrar a su ídolo en cualquier lugar que fuera y liberarlo si estaba prisionero de algún enemigo. Y quizás, con su ayuda, podría desenmascarar al falso Patriarca. El antiguo maestro no podía moverse del monte de los cinco picos y Mu era muy consciente de que, solo, él no podría hacer nada. Además, sus compañeros aún eran demasiado inexpertos, como él mismo, mientras Saga era más viejo, tenía más experiencia, y confiaba en su espíritu práctico y su aguzado juicio. Hubiera querido visitar a Shaka y a Aldebarán, sus mejores amigos, y también a Aioria, quien había perdido a su querido hermano en la noche en la que él mismo había perdido a su maestro Shion. Hubiera querido volver a verlos y tomar noticias suyas, pero era demasiado peligroso para ellos. Él estaba considerado como un desertor y un traidor, y si el falso Patriarca se enteraba de esto, prefería no imaginar lo que sus amigos tendrían que aguantar, por su culpa. Él podía escapar y su estatus particular de reparador de las armaduras le permitía justificar a la vez su ausencia del Santuario y su presencia en Jamir, aunque hubiera rechazado o ignorado todas las tentativas del falso Patriarca para que regresara a Grecia. Pero sus amigos... No podía arriesgar sus vidas, ellos no debían irse del Santuario sin el permiso del mismo Patriarca, no podrían huir. Mejor esperar el momento oportuno para compartir sus sospechas con todos, encontrar pruebas, aliar sus fuerzas y pelear juntos. Entonces, estaba en el tercer templo, siendo invisible a los ojos, con todos sus sentidos despiertos en sumo grado. No había nadie sino él mismo, pero podía percibir un continuo lamento así como un inmenso cosmos, pero no parecía ser el de Saga. Era bastante extraño, ya que la casa estaba enteramente vacía. Su atención fue captada por la armadura de Géminis que se hallaba en el centro del templo. Brillaba en su propia aura con un extraño resplandor y las dos caras del casco parecían relucir más que de costumbre. En la penumbra que reinaba en el templo, parecían verdaderamente maléficas, una viéndose completamente sádica y la otra llorando. Podía sentir las vibraciones de la armadura y eso era muy turbador, algo no andaba bien con ella. La armadura misma parecía llorar y emitir un continuo gemido de intenso dolor que repercutía en todas las paredes del templo en un interminable eco. ¿ Podía ser que la armadura lamentaba la pérdida de su portador, de Saga ? Mu sintió su corazón oprimirse. No... No... ¿ O quizás reflejaba el sufrimiento de Saga, en cualquier lugar en que éste se encontrara ? ¡ Entonces, en tal caso, significaría que Saga estaba con vida y necesitaba ayuda, muy pronto ! Decidió aferrarse a esa esperanza, tratando de ignorar el insoportable suplicio que el geminiano parecía sufrir, para concentrarse y tratar de localizarlo a través de la cosmoenergía de éste, que la armadura conservaba normalmente en su memoria. Nunca había tenido la oportunidad de probarlo antes, pero esperaba que gracias a sus poderes heredados de los lemurianos, al sondear una armadura, quizás lograría saber donde su portador se encontraba en último lugar. No sabía si Saga había tomado su armadura consigo al hacer investigaciones sobre el templo submarino de Poseidón, pero si tal fue el caso, entonces, si había sido hecho prisionero, hubiera ciertamente rechazado su vestidura para ponerla en seguridad en el Santuario, para no entregar una armadura sagrada de Atenea a su enemigo. Y si no... Pues, esperaba que la conexión entre el caballero y la armadura fuera suficientemente fuerte para permitirle localizarlo a través de ella. Sus poderes no estaban tan desarrollados ocho años antes para eso, cuando Saga había desaparecido y él solamente tenía siete años, aunque ya fuera un caballero de oro, y si hubiese podido percibir la muy reconocible y poderosa cosmoenergía del geminiano y sus lamentos, no habría podido ubicarlo. Se preguntó si su maestro lo habría intentado... él por cierto era muy experimentado. Pero no, Shion había buscado a Saga sin éxito y había probablemente tratado de encontrarlo a través de la armadura. Por lo que Mu empezó a dudar. Pero no tenía otras pistas y la armadura parecía ser la clave de todos los secretos. Entonces, se acercó a ella, pero con precaución, ya que su aguzado sexto sentido le gritaba que siguiera escondiendo su presencia. Había revisado esa armadura, años atrás, con mucho esmero, probablemente más que con las otras, siendo la de su ídolo, y con emoción, aún recordaba la poderosa cosmoenergía de Saga que se desprendía de ella. Inspiró hondo para calmar sus emociones, cerró los ojos y se concentró intensamente. Después de unos momentos, pudo percibir el cosmos del geminiano y sobre todo la presencia de Saga en un lugar... Su corazón latió con más fuerza mientras contenía su respiración. No podía creer que estuviese a punto de localizarlo, en cualquier momento que fuera, que fuera en el pasado antes de que se quitase la armadura o en el mismo presente... Una imagen se formó en su mente. Veía un sitio rodeado por aguas... Cercado por imponentes columnas de estilo griego antiguo. Pues... ¿ Estaba viendo a través de la armadura lo que Saga veía ? ¿ Entonces, él había estado prisionero de Poseidón ? ¿ Todo ese tiempo ? Pero no... Saga... Saga... Estaba cerca... Muy cerca... Tanto en lugar como en tiempo. Confundido, Mu veía imponentes columnas adornadas que le parecieron extrañamente familiares... Y esas espesas cortinas de terciopelo rojo... Rojo... como la sangre... Su corazón se embaló... Ese sitio... Le parecía muy familiar... Y tan cerca... Y esos símbolos, y esa decoración... Saga... Saga... Estaba... allí... Estaba... ahora... Estaba... ¡ en la recámara del Patriarca ! ¡ Dioses ! Saga había regresado y estaba prisionero del malvado y maléfico ser que había asesinado a su maestro y usurpado su papel ! Mu abrió los ojos, con el corazón palpitando, apenas respirando. Entonces, Saga estaba vivo, había regresado, y había desenmascarado al falso Patriarca ! ¡ Y ahora, era su prisionero ! ¡ Por eso, su armadura lloraba ! Decidió teletransportarse a los aposentos del Patriarca que conocía muy bien, por haber pasado tiempo allí con su maestro, y sabía perfectamente donde llegar para quedar escondido. Sólo tendría que localizar a Saga una vez allá, contactarlo por telepatía, ver lo que podrían hacer para desenmascarar al falso Patriarca y buscar pruebas para descubrirlo, liberar a Saga con sus poderes psíquicos, teletransportándole por eso si fuera necesario, y después, teletransportar a ambos al lado del viejo maestro, con quien podrían decidir de un plan para informar a sus compañeros, mostrarles las pruebas del engaño, y juntos, neutralizar al maléfico tirano que se proclamaba gran Patriarca del dominio sagrado de Atenea. Entonces, llegó como previsto en un rincón oscuro de los suntuosos aposentos del Patriarca, en el salón principal. Las luces estaban apagadas, sólo la tenue luz de la luna iluminaba el sitio por las altas ventanas. No había nadie, ni siquiera un guardia. Pero ya podía percibir un poderoso cosmos proviniendo del cuarto. Era el mismo potente cosmos que había sentido en el tercer templo. Entonces, era el maléfico usurpador quien desprendía tal cosmos. Pero... ¿ Por qué lo había sentido sólo en el templo de Géminis y no en la primera casa ?... Y algo era extraño, ese cosmos parecía muy agitado, turbado, como si el malvado ser fuera perturbado por un asunto que le enfurecía. Mu extendió sus poderes psíquicos para sondear los cuartos contiguos al salón principal, para tantear el terreno. No había nadie, a parte del falso Patriarca, que parecía estar en las termas. Los guardias estaban afuera, guardando las entradas de los aposentos. Entonces... ¿ Dónde estaba Saga ? No podía percibir su cosmos. Sin embargo, había sentido su presencia en la recámara del Patriarca en ese mismo momento desde el tercer templo a través de la armadura. Su corazón faltó un latido. ¿ Es que el falso Patriarca acababa de... matar a... ? ¿ Por eso su cosmos estaba tan turbado ? ¡ No, no, no podía ser ! ¿ O quizás Saga estaba prisionero detrás de barreras mentales que le impedían percibir su cosmos ? Decidió aferrarse a esa idea y se teletransportó al cuarto para ver con sus propios ojos lo que se encontraba allá. Quizás Saga estaba escondido en un cuarto secreto en el que el usurpador le guardaba... Llegó al cuarto que estaba sumido en la penumbra también, excepto por la tenue luz de la luna que se filtraba por las altas ventanas, y el hilo de luz proviniendo de las termas justo al lado, por el marco de las puertas. Allí tampoco había nadie, y no tuvo el tiempo de observar ni de sondear más el lugar ya que sintió el poderoso cosmos del impostor acercarse. Aparentemente, él había terminado su baño. Mu se teletransportó inmediatamente detrás de las espesas cortinas para esconderse y contuvo su respiración. Iba a ver la cara del abyecto usurpador que había asesinado a su querido maestro, y que posiblemente, había secuestrado a su ídolo... Después de tantos años, iba a descubrir quién se escondía tras la máscara del representante sagrado de la diosa y que en su nombre, había sembrado el terror y la muerte por todas partes, empezando con los maestros de todos los caballeros de oro y todos los que se habían rebelado contra él. La puerta de las termas se abrió y una alta e imponente figura apareció, destacándose en la penumbra. El falso Patriarca avanzó en silencio hacia la gran cama. Hacia el hilo de luz que caía oblicuamente por las altas ventanas en pleno medio del cuarto. Mu iba a ver su rostro... Aún un poco más, e iba a verlo... Hipnotizado, Mu contuvo su respiración mientras le parecía ver todo a marcha lenta... Aún un poco, un poquito y... Y lo vio. Su corazón se paró en seco. Así como su respiración. No... ¡ No ! ¡ No era posible ! Esos rasgos tan bellos y puros que nunca había olvidado, esos grandes ojos tan verdes que él reconociera entre mil, esa melena azulina a la vez tan salvaje y tan majestuosa, tan característica, ese porte tan real que sólo uno poseía... Tal y como tantos años atrás, tal y como en sus recuerdos... ¡ Era Saga ! ¡ Saga era el falso y malvado Patriarca ! El ser que más admiraba sobre esa tierra después de su difunto maestro, el caballero modelo que veneraba y que esperaba volver a encontrar para juntarse a él, para desenmascarar al tiránico usurpador, el ídolo de su infancia... era... el mismo traidor ! Pero... ¿ Cómo ? ¡¿ Cómo ?! ¿ Y por qué ? Incrédulo, desamparado, Mu abrió desmesuradamente los ojos por la sorpresa, desesperado y abatido, y de repente, todo le pareció dar vueltas. Por poco, casi se cayó por el inmenso choque emocional al descubrir la brutal y cruel verdad en su más desnuda revelación, en la más terrible desilusión que pudiera imaginar. Sintió su corazón romperse mientras un vertiginoso torbellino de emociones se apoderaba de él, entre pena, ira, negación, decepción, desesperación, traición, incomprensión, y lágrimas empezaban a fluir de sus ojos como dos ríos desbordados. No podía ser, era una pesadilla... O una ilusión... No, no podía ser, no podía... Mientras a medida que Saga avanzaba, revelaba bajo los rayos de la luna la imponente perfección de su espléndido cuerpo atlético, en toda la majestuosidad de su suntuosa belleza, realzada por las sombras que jugaban sobre los salientes músculos por toda la longitud de su divino cuerpo. Porque estaba en traje de Adán. Súbitamente, Saga se paró y fue entonces que Mu vio los espléndidos ojos verdes cambiar de color para tornarse ensangrentados, con una tremenda mirada, y la expresión de su rostro deformarse para lucir espantosa, mientras su magnífico pelo azul tomaba un inquietante matiz gris y su poderoso cosmos empezaba a desprender un tono malvado. Saga llevó sus manos a su cabeza mientras emitía un largo gemido que parecía provenir del fondo de su alma. Parecía sufrir inmensamente y su voz, ronca e irreconocible, deformada por el dolor, salía de su garganta como si fuera un animal herido a punto de morir. Por un momento, el gemido se paró, sus rasgos se relajaron y sus ojos volvieron a ser puros, mientras su cabellera tomaba de nuevo ese hermoso color azul cobalto y su cosmos se apaciguaba, pero no duró mucho, y con un grito de dolor, Saga volvió a lucir como el demonio personificado, y Mu sintió el poderoso cosmos tornarse malvado y turbado, mientras Saga parecía sufrir mil muertes y esa vez gritaba ''¡ No ! ¡ Déjame ! ¡ No lo haré ! ¡ Ya no lo permitiré !'' Mu miraba el espectáculo, atónito y aterrado, mudo e impotente testigo de una escena que no comprendía, dividido entre el impulso que sentía por acudir al lado de Saga para sostenerle y ayudarle, y su sexto sentido que le ordenaba que huyera, que no podía hacer nada y que todavía no era tiempo.. Al parecer, o Saga sufría de doble personalidad o estaba bajo la influencia de alguien que trataba de controlar su mente... ¿ Pero quién ? ¿ Y cómo ? ¿ Quién podía ser tan poderoso para controlar al potente y puro caballero de Géminis así ? Entonces... ¿ Eso significaba que Saga no estaba desahuciado, que aún quedaba esperanza...? Pero, al mismo tiempo, cuando parecía normal, no parecía estar afligido por los acontecimientos... El aguzado juicio de Mu le decía que más valía que Saga no supiera nada de su presencia ni que le había desenmascarado, que mejor sería revelar al viejo maestro lo que acababa de encontrar y buscar sus consejos para decidir que hacer. Saga pareció calmarse, suficientemente como para lograr llegar hasta la cama y tenderse allí, agotado por su lucha interior, pero había conservado su espantosa apariencia, con sus ensangrentados ojos y su pelo gris. El lado oscuro que le poseía había ganado... Entonces, tras una última mirada apenada hacia el geminiano, Mu decidió marcharse y se teletransportó de nuevo hasta el tercer templo. Miró la armadura que lucía más maléfica que nunca, con esa cara llevando triunfalmente esa sonrisa diabólica y sádica, y con el rostro opuesto que parecía llorar todas las lágrimas de un alma destrozada. Del alma de Saga, cuyos lamentos resonaban en un interminable eco en las paredes del templo... Por un momento, Mu pensó en el retrato de Dorian Gray, cuyo héroe había vendido su alma al diablo a cambio de una juventud eterna y de una vida depravada donde todo le estaba permitido, especialmente todos los crímenes y abusos, mientras el retrato se ensuciaba y se envilecía en su lugar a medida que perpetraba esos crímenes. ¿ Podía ser que del mismo modo, la armadura reflejaba a la vez el lado oscuro de Saga y su sumo arrepentimiento por haber sucumbido a la sed de poder ? Por haber asesinado a tanta gente para satisfacer una súbita megalomanía ? Porque Saga era tan puro y tan dedicado que parecía un dios vivo en su juventud, todos le veneraban por esa razón, y Mu no podía creer que lo había fingido. No hubiera caído tan bajo él solo. ¿ Entonces, quién le había cambiado así ? ¿ Y cómo ? No recordaba que la armadura luciese maléfica cuando la había revisado ocho años antes, y decidió hacer investigaciones en Jamir sobre la armadura de Géminis. Volvió en la primera casa para buscar el diseño que había hecho al revisar la armadura, que encontró con emoción en el taller del templo. Era la primera vez que volvía a ese templo, el símbolo de su deber sagrado y de su voto hacia Atenea, su razón de ser, y con el corazón roto, regresó en sus montañas lemurianas. Cuando llegó a su torre, dio rienda suelta por fin a las emociones que había contenido y lloró todas las lágrimas de su cuerpo. Durante horas. Herido como nunca, había huido de nuevo del Santuario y esa vez, ya no sabía en qué creer. Le tomó mucho tiempo antes de calmarse, antes de recuperarse del inmenso choque emocional que había destrozado su mundo y las últimas cosas en las que creía. él estaba solo desde hacía ocho años, aislado de sus amigos, de sus hermanos de armas, y el ser responsable de su desgracia era precisamente el ser que más admiraba. No logró dormir aquella noche, su mente era una maraña de sentimientos confusos, violentos y contradictorios. Aún quería creer en Saga. Aún quería creer que él era víctima de algún poder que había superado la innata bondad del geminiano. Pero algo más le había trastornado. No podía olvidar la visión del inmenso cuerpo de Saga desplegado en la majestuosidad de su espléndida desnudez. Eso había movido algo en él que no había podido identificar entonces. Algo poderoso se desprendía de esa belleza animal e imponente, de la virilidad de ese atlético cuerpo que imponía el respeto por su gran altura y su indiscutible perfección, que transpiraba la potencia, la prestancia y la seguridad en sí mismo. Después de unos días de intensa meditación, había acabado visitando al viejo maestro para hablar con él, para decirle lo que había visto y buscar sus consejos. Una vez que había superado su inmensa decepción y desilusión, había reflexionado con calma y objetividad, poniendo de lado sus sentimientos personales. Y Dokho le había explicado que todavía no era tiempo de actuar y que tendrían que esperar hasta que la diosa se manifestara... – – – – – – – – – – – – – – – – – FIN DEL FLASH BACK – – – – –– –– – – – – – – – – – Mu aún recordaba la visión de Saga en cueros como si fuera ayer. Ahora sabía lo que le había turbado aquella noche, más allá del descubrimiento de que Saga era el falso Patriarca, y quizás fuera en ese momento que sus sentimientos hacia el geminiano se habían transformado. Parejas se habían formado en el Santuario desde el regreso de los santos dorados, y eran más o menos discretas. Pensaba en sus amigos que se veían tan felices... Máscara Mortal y Afrodita intercambiaban pequeñas demuestras de cariño ante sus compañeros sin siquiera darse cuenta. Milo y Camus, Shaka y Aioria eran más discretos pero Mu podía percibir en la cosmoenergía de sus amigos la suma felicidad de estos. Pero él no tendría esa felicidad, sus sentimientos no eran correspondidos. Cerró los ojos. Después de todo, él había vivido solo durante años y se había acostumbrado a eso. Ya tenía el sincero cariño del geminiano y la amistad recobrada de sus hermanos de armas que le llenaba de felicidad, era algo tan nuevo en su vida, podría contentarse con eso.Un poco de meditación le ayudaría a recobrar la serenidad y mañana tenía un día muy cargado con sus amigos. Ese solo pensamiento le hizo sonreír, y finalmente, se dejó llevar por los brazos de Mórfeo... *** Continuación con el capítulo ''Sorpresas'' aquí. ;) Dejar un comentario :
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