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“ÓSMOSIS” by Ariesnomu / Mu Saga 4 ever (verano 2007)
Capítulo 5 : Sorpresas inesperadas
El día siguiente, después del entrenamiento de la mañana, Saga había ido a meditar a cabo Sunión, buscando respuestas a sus mudas preguntas, la mirada perdida en el horizonte.
Al regresar al Santuario por el acantilado que bordeaba la playa, percibió carcajadas y giró la cabeza hacia su origen, más por reflejo que por interés. Distinguió cinco siluetas sumidas hasta la cintura en las turquesas aguas del mar y fue entonces que un color particular llamó su atención. Una larga cabellera malva que brillaba y centelleaba bajo el sol.
Mu estaba jugando balonvolea con Máscara Mortal, Afrodita, Shura y Ayolos en el mar y se estaban salpicando alegremente cuando no estaban tocando el balón.
Desde su posición, Mu le daba la espalda, y lo único que Saga podía ver del lemuriano, a parte de su melena que escondía su espalda, eran esos largos y elegantes brazos que se movían con gracia y agilidad. Sin embargo, su larga cabellera mojada estaba pegada a su espalda, moldeando exquisitamente su grácil curvatura, que sólo se podía adivinar cada vez que el lemuriano estiraba su cuerpo al tocar el balón.
Fascinado por esa visión, Saga se detuvo y no pudo apartar su extasiada mirada de esa zona por donde la espalda pierde su nombre, que quedaba escondida en el mar pero que su elevado punto de vista le permitía observar, sin ser visto por sus compañeros ya que el sol estaba en su espalda y los deslumbraría si miraban en su dirección.
Justamente en ese momento, el juego terminó y los cinco caballeros decidieron salir del agua, salpicándose entre risas, como unos niños. Estaban totalmente relajados y parecían disfrutar inmensamente ese momento juntos.
Mu era el que estaba más cerca del borde del mar. Volteó a medias para dirigirse hacia la playa mientras los otros se demoraban un poco atrás.
Nunca lo había visto así. Su rostro irradiaba la alegría, sus ojos chispeaban con una traviesa expresión de complicidad mientras recibía unas salpicaduras, y miraba a sus compañeros de reojo con una luminosa sonrisa enternecida, antes de alejarse.
Pues, volteó por completo para salir del agua, revelando así, sin saberlo, su magnífico torso a la vista del geminiano, y desvelando progresivamente el resto de su esbelto cuerpo a medidas que avanzaba hacia el borde del mar.
Saga creyó ver una aparición. Tal Venus saliendo de las aguas, aunque en este caso más bien fuese Apolo. Y le pareció ver todo a marcha lenta.
Era la primera vez que veía al lemuriano...así. En traje de baño. Es decir con casi nada en su cuerpo.
Un cuerpo magnífico. Todo mojado. Que le dejó sin aliento.
Abriendo los ojos como platos, su atónita mirada se deslizaba por el grácil cuello hacia los hermosos hombros, musculosos y de elegante anchura, y más bajo por el pecho, que estaba adornado con dos exquisitos botones. ¡ Dioses ! ¡ Es que el lemuriano escondía maravillas bajo su habitual ropa o bajo su imponente armadura !
Sus ojos no pudieron evitar seguir las gotas de agua que resbalaban sensualmente por ese resplandeciente pecho saliente y terso, que brillaba aún más con el agua, serpenteando y perdiéndose por esos abdominales divinamente marcados y delineados, y más bajo por las largas y ahusadas piernas, musculosas y sin embargo finas, que parecían interminables.
Alto, delgado, esbelto, elegante, de musculatura perfecta y de líneas puras, moviendo con su típico paso, grácil y ligero, tranquilo... Por fin, Mu salió por completo del agua y se dirigió hacia su toalla.
Saga estaba totalmente hipnotizado por la visión y tuvo que hacer inmensos esfuerzos para no dejar caer literalmente su baba hasta el suelo… No podía apartar su mirada de ese magnífico cuerpo que sus ojos descubrían por primera vez.
Es que a pesar del sofocante clima de Grecia, Mu solía llevar su típica ropa lemuriana, adaptada al calor heleno, que cubría y escondía casi todo su cuerpo, con excepción de sus brazos, ya que su amplia túnica de lino le protegía del directo calor abrasador del sol, como la propia túnica griega de Saga.
La mayoría de los otros solían llevar ropa más ligera o más moldeada a su figura, lo que no dejaba nada a la imaginación sobre su atlética complexión, como Ayolos y Aioria, y a veces andaban con el torso desnudo aun durante los entrenamientos, como Shura y Máscara Mortal o él mismo y su hermano gemelo, o semi-desnudo, como Shaka, cuyo sari que llevaba cuando meditaba apenas cubría la mitad de su torso.
Pero Mu... No recordaba haberlo visto con el torso desnudo en ninguna ocasión y ciertamente nunca durante un entrenamiento. Ni siquiera se duchaba en las duchas comunes de las arenas o del Coliseo después, sino en su propio templo, que era el más próximo a las arenas.
A decir verdad, era la primera vez que todos los presentes lo veían así. El lemuriano era bastante reservado y parecía muy púdico, debía sentirse muy en confianza con sus compañeros para aceptar divertirse y bañarse así con ellos, casi desnudo, aunque fuera un pequeño grupo.
Qué daría él mismo para lograr tal confianza... Y ver esa luminosa sonrisa exclusivamente dedicada a él... Pero sabía que no se la merecía...
Sin embargo, se dejó llevar por un momento, y se imaginó bañándose en el mar con el lemuriano, nadando a su lado, jugando con él en las aguas claras, haciéndole reír, escuchando su risa melodiosa y pura como el cristal, ahogándose en la profundidad de esos risueños ojos violetas dirigidos hacia él con chispas de complicidad, irradiando alegría y ternura, con esa sonrisa deslumbrante reservada sólo para él, acercándose a él...
Pero la voz de Máscara Mortal le hizo volver a la realidad.
Los otros aún se demoraban en el agua, nadando a lo lejos, pero el cangrejo se había acercado a Mu quien ahora estaba tranquilamente sentado sobre su toalla, apoyado en sus codos, secándose bajo los rayos del sol.
– Mu, tendrías que ponerte protector solar – le dijo – O vas a coger una insolación o peor, quemaduras sobre tu hermosa piel de melocotón. ¿ Quieres que te ayude a ponértelo ?
Pero...¡ Es que el cangrejo estaba coqueteando con Mu ! ¡¿ Cómo se atrevía ?! Primero reclamaba un masaje durante el entrenamiento, y ahora ¿ trataba de poner sus manos sucias sobre la piel pura del lemuriano ? Y ya era pareja de Afrodita, ¿ eso no le era suficiente ? ¿ O acaso tenía ganas de un trio ? ¡ Qué asqueroso !
¿ Es que quería pervertir a aquel hermoso ángel puro de cabellera malva ?
¿ O quería engañar a Mu sólo para aprovechar de ese hermosísimo cuerpo como si fuera un mero trozo de carne, sin respeto alguno por su dueño y sus sentimientos ?
Esos solos pensamientos hacían bullir su sangre en sus venas.
Pero la risita clara de Mu y sus palabras pronunciadas con su habitual voz dulce y melodiosa apaciguaron la ira que el geminiano sentía subir a la velocidad de la luz.
– Gracias, Máscara, pero puedo hacerlo yo mismo.
– ¿ Aun por la espalda ? – insistió el cangrejo.
– No pienso que sea necesario con este filtro solar que tengo – dijo señalando su larga melena – Y de todas formas, no tienes idea de lo que se puede hacer por telekinesis – añadió con una sonrisa divertida.
– ¿ Ah sí ? ¿ Me lo demuestras...por mi espalda ?
– ¡ Jaja ! Ni hablar, eso es terreno de Afrodita, no ?
– Pues... ¿ Hay alguien que haga latir tu corazón, Mu ?
– ¡ Máscara ! – exclamó Mu, sorprendido – ¡ Eso es muy personal !
– Vaya, carnero. Puedes decírmelo. Somos seres humanos, hasta Shaka tiene pareja... No me digas que no hay nadie que te guste...
Saga sintió su pecho oprimirse y prestó oídos, aún más atento, esperando la respuesta del lemuriano con el corazón acongojado, apenas respirando. Eso sólo podía hacerle daño, mejor sería marcharse sin escuchar más, pero sus piernas no quisieron obedecer la orden de su razón, siguiendo más bien la de su corazón que quería saber, aunque estuviese a punto de ser destrozado...
Mu había desviado la mirada, sin hablar, esperando cortar la conversación así. Pero, el cangrejo no se daba por vencido, así que continuó :
– Y con este hermoso cuerpo tuyo...
– Ya está bien, Máscara – cortó Mu, plegando y pegando sus largas piernas contra su torso, y rodeando sus rodillas con sus brazos, como para esconder su magnífico cuerpo, algo molesto.
– Por cierto, si vinieses a los entrenamientos así...
– ! Jajaja ! Pierdes tu tiempo.
Finalmente, el cangrejo soltó de la nada :
– Me parece que Saga se interesa por tí.
El corazón de Mu faltó un latido. ¿ Cómo su compañero había adivinado que él le tenía tanto cariño al geminiano ? ¿ O lo estaba probando, tratando de descubrir la verdad a partir de una falsa suposición ?
Mientras Saga aún no sabía si iba a escaldar a Máscara Mortal como el cangrejo que era, o troncharlo vivo en finas lonchas como un jamón italiano, empezando por los pies, o simplemente arrancarle su estúpida cabeza de un solo golpe y colgarla en la casa de Cáncer, donde pertenecía, al lado de todos sus trofeos que seguían adornando las paredes de su Templo.
– ¿ Por qué dices esto ? – preguntó Mu, girando su rostro hacia Máscara Mortal, mirándole muy curioso sin mostrar emoción alguna.
– Por su reacción durante el entrenamiento de ayer. El hecho que estuviese distraído y por la mirada asesina que me dirigió y que sigue dirigiéndome desde entonces...
– ¡¿ Cómo ?!!!!
– Si su mirada hubiese podido matarme, yo no te estaría hablando ahora mismo.
Mu le fijó con sorpresa, antes de reírse levemente afuera y tristemente en su mente.
– Jajaja ! Máscara , creo que tienes demasiada imaginación.
– Eso no es cierto. ¿ Habías visto a Saga perder su concentración durante un entrenamiento, Mu ?
– No veo la relación, y de todas formas, descuidarse puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros. Me ocurrió, no ?
– Por culpa de Saga – replicó el cangrejo con una traviesa sonrisa, por lo que Mu desvió la mirada otra vez, molesto por el giro de la conversación, buscando una forma de desviarla sin dejar translucir sus sentimientos.
Mientras Máscara Mortal continuaba, perfectamente consciente de la molestia de su compañero :
– Y en cuanto a la relación con su descuido, es que según Afrodita y Shura, Saga no dejaba de mirarte y eso fue por qué se descuidó...
– Ellos también tienen demasiada imaginación. ¿ Es que espiaban a Saga o se entrenaban ? – preguntó Mu, tratando de adoptar un tono burlón, mirándolo con una mezcla de diversión e ironía.
– Sabes, Mu, nosotros tres fuimos sus asesinos personales durante trece años – dijo Máscara Mortal con seriedad – y lo conocemos muy bien. Sabemos reconocer cuando algo o alguien le interesa...
– No pierdas tu tiempo. él sólo me ve como un hermano pequeño – dijo, desviando los ojos, su mirada indescifrable, esperando terminar con el asunto con esas palabras.
Pero... ¿ Por qué había dicho ''sólo'' ?... Esa palabra sobrante no había escapado a Máscara Mortal. Ni a Saga, cuyo corazón se embaló súbitamente, mientras su respiración parecía detenerse y unas locas ideas atravesaban su cabeza... ¿ Es que...era posible que el carnero... ?
– Pues... él te gusta. ¿ No ? – No era una pregunta, sino una afirmación.
La respiración de Saga se paró en seco. Y pareció una eternidad antes de que Mu respondió :
– Siempre lo he admirado y me da pena verlo así, tan triste y ensimismado, cerrado a todo y a todos...
– ¿ Sólo esto ?
– Ya te lo dije, Máscara, pierdes tu tiempo. Ahora, ya basta, por favor.
– Entonces, ven al próximo entrenamiento así y te aseguro que dejará de verte como un hermano pequeño !
– Máscara... ¿ No sabes que las mejores bromas son las bromas cortas ?
– Tu tienes razón... Pues... Si no hay nadie en tu corazón, entonces... Supongo que yo... – se acercó más a Mu – puedo cortejarte...
– ¡¿ Quééééééé ?! – exclamó Mu, sorprendido, poniéndose súbitamente tenso.
Saga sintió su ira volver a subir a la velocidad de la luz. Es que el asqueroso cangrejo estaba revelando sus verdaderas intenciones, por fin. ¡ Sólo quería aprovechar de su hermoso ángelito !
– Me gustas, Mu... – susurró Máscara Mortal.
Mu lo miró, incrédulo. No sabía que pensar, si Máscara estaba bromeando o si estaba serio.
– ! No hablas en serio ! – exclamó – ¿ Qué hay de Afrodita ?
– No te preocupes...
Mu se apartó en su toalla, y le dijo, indignado :
– ¿ Cómo que no me preocupo ?! De todas formas, lo siento, Máscara, pero, yo no...
– Vaya, carnerito, podríamos pasar un momento muyyy agradable...
– ¿ Te parece agradable si te mando al fondo del mar ?
– Pues, si me practicas la respiración boca a boca después, será todo un placer...
– Ni en tus sueños...
– ¿ Tú me dejarías morir ? – dijo Máscara Mortal, con una mueca y una cara afligida.
– ¿ Máscara, te divierte tanto jugar conmigo ? Creía que eras un amigo – Mu soltó, apenado.
– No estoy jugando, Mu...
– Y yo creo que sí – Y con eso, Mu lo miró directamente a los ojos, sumiendo sus profundas amatistas en los brillantes zafiros del cangrejo, quien sin embargo no se desconcertó.
– Me gustas, Mu... – repitió Máscara Mortal, sosteniendo la penetrante mirada del lemuriano, antes de añadir con una carnívora sonrisa – Y yo podría enseñarte muchas cosas...
– Gracias pero no me interesa – fue la respuesta seca y firme, mientras Saga estaba a dos dedos de explotar, conteniendo su ira con más y más dificultad.
– Vaya, carnerito...Con ese angelical rostro tuyo y ese cuerpo de demonio... – insistió el cangrejo, acercándose nuevamente – Y tú siendo libre como el aire...
– ¡Máscara, ya basta ! ¡ Yo amo a Saga !
Fue como un trueno. Un trueno sin rayo. Sin lluvia. Sin tronado.
El tiempo se detuvo para Saga. Su corazón faltó un latido, o más bien varios latidos. O más bien se paró por completo, al igual de su respiración.
No podía creerlo. No podía creer lo que acababa de oír. ¡ Ese hermoso ángel puro le amaba ! ¡ A él ! No sólo como un hermano mayor, sino como...
Si no volvía a respirar pronto, por cierto, necesitaría él una intensiva sesión de respiración boca a boca por parte del carnero, que en lugar de ayudarle a recuperarse del inmenso choque emocional que acababa de recibir, probablemente le mataría definitivamente. Ni siquiera podía alinear dos pensamientos consecutivos que fueran coherentes, en el torbellino de emociones que se atropellaban en su mente.
El tiempo se había detenido también para Mu. Ya lo había soltado, y no podía volver atrás. Ni podía creer que lo había dicho, que había caído en la trampa del cangrejo.
Porque claramente, había sido una trampa, Máscara Mortal lo estaba mirando divertido, con algo de triunfo. Había logrado hacerle revelar lo que escondía en su corazón. Pero... ¿ Por qué ?
Mu desvió la mirada y se levantó para marcharse, conteniendo el enojo que sentía subir, pero Máscara Mortal lo detuvo.
– Vaya, carnero, no hay razón ninguna por sentirte molesto.
– Creo que tengo que marcharme...
– Mu... Por favor, perdóname... No me burlaba de ti, todo al contrario. No estaba seguro de que Saga te gustaba. Pero te aseguro que Saga se interesa por tí y si tu lo amas, tendrías que hablar con él.
– Ya basta, Máscara. No quiero hablar más de eso.
– No me burlo de tí, Mu. Nunca he sido tan serio en mi vida.
– Máscara... Ya hablé con Saga, varias veces, y me dijo muy claramente que sólo soy un hermano pequeño para él. Ya no hay nada más que decir.
– Mu... él siempre tuvo un cariño especial para ti. Quizás no se atreve a darte a entender sus sentimientos por miedo. Miedo de lastimarte o de ser rechazado. Ya ves muy bien que él aún no logra perdonarse sus actos pasados. Y tú eres uno de los que más sufrió por su culpa. Lo conozco bien, Mu. Si tú no le dices lo que sientes por él, él nunca te lo dirá.
– Gracias, Máscara, pero me parece que no sea necesario. No se puede obligar a alguien a amar a uno que no le inspira nada más que mera amistad.
Y sin más, Mu se desmaterializó con su toalla y su ropa, teletransportándose lejos de allí para terminar de una buena vez por todas con esa conversación que le dolía en lo más profundo de su corazón.
Mientras tanto, una vez que había superado la inmensa sorpresa de esa inesperada revelación, Saga se estaba enfadando consigo mismo.
¿ Cómo había podido estar tan ciego ? Mu había tratado varias veces acercarse a él y darle a entender lo que sentía por él, y todo lo que había sido capaz de hacer había sido negarlo y rechazarlo.
Negar sus propios sentimientos era algo, pero negar los de ese ángel puro que le estaba esperando con todo su corazón... Al tratar de protegerle de sí mismo, le había dañado. ¡ Había dañado él mismo a su precioso ángel ! Tenía que hablar con él, rápidamente.
Y finalmente, quizás no tendría que arrancarle su cabecita a Máscara Mortal.
***
Mu había regresado a su templo para tomar una ducha y volver a vestirse.
Necesitaba meditar para calmarse, para apaciguar las emociones que atormentaban su corazón.
Pero era demasiado temprano para su sesión de meditación con Shaka a la sombra de los Sales gemelos, y ciertamente, a tal hora, su amigo se estaba preparando para almorzar con su pareja, con Aioria...
Kiki no estaba allí, debía pasar las dos próximas semanas en la Mansión Kido, para disfrutar de vacaciones bien merecidas, debía salir este mismo día y por ahora, se encontraba en el pueblo, haciendo las últimas compras para traer unos regalitos a los caballeros de bronce por parte de los caballeros de oro. Kiki era tan servicial y le había pedido permiso para hacer las compras, así que le había dado el fin de la mañana para hacerlo, antes de marcharse por teletransportación para Japón a la una de la tarde. Con los husos horarios, llegaría para la cena y justamente, les llevaría unas especialidades culinarias que les gustaban a los caballeros de bronce.
Entonces, Mu decidió trabajar sobre las últimas armaduras que le quedaban por reparar y se encerró en el taller del templo.
Eso le haría bien. Sólo trabajar y concentrarse en algo que ocuparía toda su atención y ocuparía su mente, sin pensar en nada más.
Cogió la primera urna que encontró, la abrió por telekinesis y dispuso los diferentes elementos de la armadura sobre su mesa de trabajo.
Trató de concentrarse en las piezas que estaban yaciendo sobre la mesa, pero... sus pensamientos volaban irremediablemente hacia un templo que no tenía nada que ver con el dueño de la armadura bajo sus ojos. Volaban infaliblemente hacia el tercer templo...
No dejaba de pensar en lo que Máscara Mortal le había dicho después del baño.
No dejaba de ver el rostro de Saga delante él en lugar de las piezas de la vestidura dorada que se suponía que estaba inspeccionando.
Contemplaba dos esmeraldas profundas en los intensos reflejos de un casco, de una hombrera o de un peto. Admiraba los magníficos rasgos a la vez delicados y varoniles de una hermosa cara enmarcada por una sublime cabellera azulina, reflejándose en una falda o un brazal. Distinguía una alta e imponente silueta moviéndose con la agilidad de un felino, con largos y rebeldes bucles de su melena de tono azul cobalto flotando en el aire, centelleando en el brillo de una rodillera o de una canillera.
Suspiró, cerró los ojos y respiró hondo. ¿ Podía ser posible que... ?
Cuando había tomado conciencia de que amaba a Saga, no había sabido ni qué esperar ni cómo reaccionar, era algo tan nuevo para él que había vivido aislado durante trece años, y sólo había tratado de controlar sus emociones.
Y al darse cuenta de que nunca habría nada entre él mismo y Saga, sino un pequeño lazo fraternal, le había dolido, pero con su carácter dulce y tranquilo, se contentaba con que Saga sólo lo viera como un hermano, feliz de tener al menos su cariño y alegre de haber podido ayudarle a recobrar la esperanza.
Se había resignado a esto y ahora, Máscara Mortal le hacía esperar que, quizás, pudiera haber algo más que esto, le aseguraba que el geminiano se interesaba por él...
Sin embargo, no podía estar resentido con Máscara Mortal. él había tratado de ayudarle al informarle de los posibles sentimientos del geminiano. Al contrario, su comportamiento demostraba todo el cariño que le tenía el cangrejo, él se comportaba verdaderamente como un hermano mayor hacia Mu.
Saga le tenía cariño por cierto, podía leerlo en sus hermosos ojos y en sus maneras hacia él, desde que le había llevado la armadura de Géminis, desde que habían largamente discutido. Se mantenía frío y distante, casi hostil, con todos excepto con él, aunque guardara sus distancias.
Ahora, cuando cruzaba su templo para reunirse con sus amigos o regresar a su casa, era Saga quien siempre le acogía y parecía contento al verlo. Su cara estaba más abierta y los rasgos de su rostro se veían más relajados, mientras siempre fruncía el ceño al ver a los otros, con una expresión inescrutable.
Sólo intercambiaban unas corteses palabras y amables miradas contenidas, pero no había más. Lo hubiera percibido, ¿ no ?...
Miradas contenidas, porque Saga no parecía muy efusivo, pero le estaba sumamente agradecido por lo que había hecho por él, le había claramente conmovido, hasta arrancarle lágrimas. El geminiano estaba tanto más emocionado debido a que el que le había ayudado era precisamente el ser que había más herido en el pasado, y era un ser mucho más joven que él mismo.
Pero Saga siempre rechazaba sus proposiciones de reunirse con él o con sus amigos para cenar, dar un paseo o discutir. Aún no estaba listo para eso, para compartir su tiempo con sus compañeros que había engañado durante tantos años, aún necesitaba tiempo. Aún con él mismo.
Había respeto, mucho respeto por parte del geminiano, y también mucha admiración. Sabía que Saga le admiraba por su gran fuerza de carácter y por sus maneras humildes. No comprendía por qué, ya que eso le parecía tan natural, era su manera de ser desde que había nacido, no era nada extraordinario. Tenía poderes extraños, había adquirido una fuerza y habilidades excepcionales como todos sus compañeros, como cualquier santo de oro de Atenea debía hacerlo, y no veía en qué esto le diera el derecho de ser desagradable o altivo o de no ser servicial. Además, tenía que reparar las armaduras de todos los caballeros, cualquiera que sea su rango en la orden sagrada, y no veía ninguna razón por la que no debería de ser amable con ellos.
El mismo Saga solía ser tan abierto y paciente con todos en su juventud y había sido su modelo.
Al reflexionar más, le parecía que el geminiano le miraba a veces con insistencia, pero cada vez que se giraba hacia él al sentir su mirada puesta sobre él mismo, ya había desviado los ojos. ¿ O es que eso era el producto de su imaginación ? ¿ O de lo que esperaba ?
También, le parecía que Saga quería decirle algo pero se contenía. Muchas veces, cuando le encontraba, parecía que estaba a punto de preguntarle algo o declararle algo, pero siempre parecía vacilar, Mu lo miraba expectante, cortésmente, sonriéndole para animarle, pero finalmente, Saga acababa sonriéndole levemente y despidiéndose con un gesto de la cabeza, sin decir nada. ¿ O era que él mismo tenía demasiada imaginación, como Máscara Mortal o Afrodita ? ¿ O que su corazón le jugaba una mala pasada, haciéndole creer lo que no era ?
Pero Saga no era nada tímido en absoluto, todo lo contrario, era bastante directo.
Quizás... Quizás, simplemente, Mu le recordaba su propia juventud y Saga estaba nostálgico por ella, cuando era el modelo de todos, venerado como un dios, el caballero perfecto, noble y bondadoso sin el más mínimo defecto, antes de caerse en el abismo de la megalomanía, por culpa de un caprichoso destino que había superado su propia voluntad.
Probablemente, Saga le consideraba como un hermano pequeño por todas esas razones, en una mezcla de sus propias memorias, de agradecimiento y respeto.
Probablemente, era eso que Máscara Mortal tomaba como un interés por su persona. Saga era frío con ellos, con los que se había codeado durante trece años, pero ninguno de ellos había tratado o podido prestarle socorro cuando lo había necesitado, sino él, él que había sido un desertor y un traidor a sus ojos, por la propia culpa de Saga.
Máscara Mortal malinterpretaba las miradas de agradecimiento de Saga hacia él por otras de tonalidad amorosa.
No. No, claramente, no podía ser.
¿ Había dicho que los tres sabían reconocer cuando se interesaba por alguien ? Por un momento, Mu sintió su pecho oprimirse, y el puñal de los celos hundirse en lo más profundo de su corazón.
Como era lógico, Saga había tenido amantes, pensó con tristeza, mientras él... Sólo podía imaginar todos los que habían podido andar rondando al geminiano cuando era el gran Patriarca... Los servidores del Palacio, los guardias, los mensajeros...
Pensó en sus amigos que eran parejas... En Shaka y Aioria... En Camus y Milo... En Máscara Mortal y Afrodita... Todos tenían casi la misma edad. Entre Shura y Ayolos, había una pequeña diferencia de años, pero se habían conocido desde siempre, o casi...
¿ Cómo Saga podría interesarse por él de tal modo ? Era demasiado joven para él, por eso le consideraba como un hermano pequeño, es decir como un niño... Ni siquiera lo veía como un hombre...
Suspiró nuevamente.
¿ Por qué engañarse a sí mismo en esperar algo que no podría ocurrir ?
No servía de nada, sino a dañarse a sí mismo, ya lo sabía bien.
De nuevo, cerró los ojos y respiró hondo.
No, Máscara Mortal se había equivocado, no podría haber nada entre él y el geminiano.
Fue entonces cuando Mu oyó regresar a Kiki. Levantó la cabeza, informando por telepatía a Kiki que se encontraba en el taller y el niño apareció unos segundos después a su lado.
Al mismo tiempo, sintió la cosmoenergía de Saga anunciarse y acercarse.
Su corazón faltó un latido. No quería verlo. No quería hablarle.
Tenía que meditar antes para desechar de su mente todos esos últimos pensamientos, todas esas falsas esperanzas que le dolían. Tenía que recobrar la calma y la plenitud antes de poder enfrentarle con serenidad, sin sentirse oprimido porque sus sentimientos no eran correspondidos, para mirarlo sin flaquear al saber que sólo lo veía como un mero hermano pequeño, como un simple muchacho...
Cuando sintió a Saga pararse en la entrada del templo, le mandó un mensaje telepático para decirle que estaba ocupado en el taller con Kiki y que podía cruzar el templo.
Para su alivio, Saga no insistió.
Sí, tenía que meditar. Mucho. Lo haría tan pronto como Kiki se marchara a Japón. Lo haría primero en su templo, antes de visitar a Shaka para su sesión casi cotidiana juntos en el jardín de los Sales gemelos.
Y después, iría a discutir con su maestro y Dokho, como de costumbre, antes de jugar ajedrez con Aldebarán, a quien debía el desquite, y luego daría un paseo con Milo y Camus, a quienes se lo había prometido, antes de regresar para cenar después, como estaba acordado, con Máscara Mortal, Afrodita, Ayolos, Shura y Aldebarán, que probablemente discutirían de fútbol ya que un importante partido tenía lugar aquella noche, que ciertamente, se prolongaría en un animado debate.
No pudo evitar sonreír al imaginar de antemano las largas y vivas discusiones que se perfilaban. Casi interminables. Probablemente, Máscara Mortal estaría demasiado ocupado en esto para tratar de hablarle de nuevo de Saga, y de todas formas, no estaba enfadado con él en absoluto, y si, sin embargo, lo hiciera, que fuera aquella noche o en otra ocasión, pues, sólo le reafirmaría con serenidad que estaba equivocado y el asunto estaría cerrado. Definitivamente.
Entonces, aún tenía un largo día por delante... Para olvidar todo. Para desechar esas ilusiones de su mente. Para serenarse y aclarar sus ideas. Para poder mirar a Saga a los ojos sin figurarse cualquier tontería incongruente e inoportuna que sólo podía dañarle a él mismo.
Ya se sentía más relajado...
Miró a Kiki y le sonrió con ternura. Iba a echar de menos al niño.
***
Gracias por leer, espero que les haya gustado.
Continuación con el capítulo '' Confesión'' aquí.
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